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martes, 7 de junio de 2016
ALICIA A TRAVÉS DEL ESPEJO reseña/opinion
Alicia a través del espejo, con Johnny Depp y Mia Wasikowska amplía la mitología de la primera parte y olvida por completo el texto original de Lewis Carroll.
El mundo visionado por Lewis Carroll en 1871 vuelve a cobrar vida aceitado con las tecnologías del siglo XXI. Alicia a través del espejo es un filme que sin tener a Tim Burton en el timón –únicamente como productor–, se basa mínimamente en la novela del escritor británico Lewis Carroll, Through the Looking-Glass, and What Alice Found There; aquí se repite lo ocurrido en la primera entrega cuando apenas si vimos el planteamiento de Carroll para sumergirnos en el “homenaje” de Burton. Sin embargo, con James Bobin (Los Muppets) en la conducción, muchos de los simbolismos de la novela quedan de lado y la cinta denota una clara preocupación por funcionar como la secuela de Alicia en el País de las Maravillas… y ya.
El cineasta y sus colaboradores –entre ellos el cinefotógrafo Stuart Dryburgh y el compositor Danny Elfman, leal aliado de Burton– crean un mundo que se aleja de las descripciones contenidas en las páginas escritas en el siglo XIX. Así como en la película anterior el juego de naipes era un tema recurrente en la simbología del filme y la novela, en la secuela de Carroll es sustituido por el ajedrez. Sin embargo, dentro de la cosmovisión de Bobin y Disney, los vericuetos intelectuales de dicho juego son marginados a favor de una aventura marítima con todo y piratas que le permite a la independiente Alicia seguir los pasos de su fallecido padre.
Alicia (Mia Wasikowska) sigue siendo una rebelde que prefiere recorrer el mundo en lugar de quedar atada a una vida de matrimonio y estatus social. Justamente son estas inquietudes las que la llevan a convertirse en la capitana de un barco y, eventualmente, a regresar a la tierra del Sombrerero Loco (Johnny Depp), la Oruga Azul (Alan Rickman), el Gato de Cheshire (Stephen Fry) o la malvada Reina de Corazones (Helena Bonham Carter), quien atesora una locuaz necesidad de venganza como consecuencia de la cinta previa. No obstante, en esta ocasión Alicia regresa a este imaginario a través de un espejo y su misión poco tiene que ver con un Jabberwocky. Ahora debe ayudar al Sombrerero obsesionado con un hecho del pasado.
Viajes en el tiempo, la reevaluación del significado de su paso e importantes lecciones para el personaje central son la sal y la pimienta de una historia que cuenta con un diseño de producción versátil aunque respetuoso de la época, pero menos pomposo que el visto en la entrega anterior. Con la ayuda de la cronósfera –instrumento que será explicado en la cinta–, se explorarán las historias de origen de algunos de los personajes más entrañables del conjunto, factor que los humaniza o hasta redime forzadamente. De hecho, esta táctica no hace más que recordar a otros filmes de la compañía del ratón comoMaléfica, que busca darle un twist a uno de los personajes más icónicos de la empresa. Más con la misma fórmula.
Oleadas de surrealismo en donde la fantasía y la realidad colisionan tienen lugar mientras son rodeadas por un 3D envolvente, el cual sorprende en las escenas de acción y en la secuencia inicial de la película, pese a que ésta parece tener poca relación con el resto del argumento e incluso se convierte en un arma de doble filo para el personaje central, pues resalta su incongruencia, entre otras fallas del guión. Y es que en un principio Alicia se muestra como una propulsora de hazañas imposibles, pero no puede ofrecer lo mismo cuando el Sombrerero Loco le pide semejante cortesía.
Alicia a través del espejo trata de romper ligeramente con lo establecido en la primera entrega, desde el aspecto visual –por medio del vestuario y el diseño de producción–, hasta al tratar de brindarle más fondo a algunos personajes. El problema es que distorsiona la concepción y el planteamiento de estos seres ficticios y tras tantos cambios poco queda del escrito de Lewis Carroll. Lamentablemente, a este punto se suma que éste fue el último proyecto en el que participó Alan Rickman antes de morir, pero definitivamente hizo falta escucharlo un poco más de tiempo. Sólo nos ofrecieron un eco de su trabajo y de un fallido guion.
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